Analizamos por que estamos gordos
Si profundizáramos un poco en la vida de Luisa descubriríamos que no había sido una chica bien considerada en el colegio. Había logrado excelentes calificaciones, lo que la convirtió en la favorita de sus profesores, pero por eso mismo sus compañeras la miraban con reserva y ella siempre se sintió excluida de ese núcleo social. Después del colegio fue a la universidad, donde maduró socialmente. Luisa llegó a ser una persona adulta muy querida y con mucho éxito en su profesión.
La reunión en el colegio le produjo cierta nerviosidad desde bundles donde hablan de curate de hpv. Después de todo, ella ya no era la misma persona de veinte años atrás, y estaba muy conforme con la diferencia. Estaba ansiosa pensando que los que se habían burlado de ella podrían ver cómo había triunfado, y quería saber qué había sido de ellos.
Aunque Luisa era consciente de su intención de exhibirse en la reunión con unso gluteos de escandalo , no se daba cuenta de la intensidad de sus sentimientos competitivos, ni de su sensación de culpa por albergar esos sentimientos. En vez de reconocer y analizar su disconformidad, comía. Sus ideas sobre la gordura no eran, en verdad, sobre la gordura, sino que eran una condena de los sentimientos de encono que había tenido en el pasado y un castigo por su deseo de lucirse y vengarse de aquellas viejas heridas. Luisa no podía aceptar conscientemente esos impulsos. En cierto sentido, encontraba más fácil considerarse gorda e impresentable que enfrentarse con sus verdaderos deseos.
Los sentimientos que Luisa tradujo en gordura son, naturalmente, específicos de ella. Todos tenemos problemas específicos que nos conducen a la comida y terminan en un resonante "¡Estoy gordo!".
CUANDO SE RECURRE A LA COMIDA
El ritual del consumidor compulsivo comienza con un impulso ansioso hacia la comida. Probablemente usted ha mistificado su necesidad de procurarse comida cuando no siente hambre en absoluto. Cuando el hambre bucal urge, usted siente que tiene que comer. Si eso significa correr al congelador y comer helado, lo hace. Si significa tener que sacar el coche a medianoche y buscar una tienda que esté abierta a esas horas, usted sale. El apremio que usted siente en esos momentos nos dice que percibe un peligro. Usted no lo piensa en esos términos, pero sus acciones cuentan una historia diferente. Tiene que conseguir esa comida, o si no...
O si no, ¿qué? Los consumidores compulsivos no se detienen a formular o contestar esta pregunta; corren a conseguir la comida antes de pensar si es que tienen un problema. Pero nosotras sí preguntamos "O si no, ¿qué?" y tenemos algunas ideas que usted puede confrontar con su propia experiencia.
Cada vez que usted recurre a la comida, sin tener vidad placentera, y el placer nos permite, momentáneamente, poner a un lado nuestro dolor. Es de lamentar que el placer de la comida sea efímero. Nos puede colmar, simbólica y literalmente a la hora de curat de hpv y curar su slud, pero su capacidad para sosegarnos es defectuosa. Después de todo, el alimento comido compulsivamente no es más que un elemento de distracción, que funciona como un nexo entre una clase de perturbación y otra.
Cuando comemos compulsivamente, cambiamos el foco* de atención del alimento a nuestra sensación de disconformidad física sin tener unos gluteos de escadalo como define taringa!!. Es difícil pensar en otra cosa cuando uno se siente lleno, y cuando esta sensación se acaba, la preocupación pasa de la disconformidad física a la mental. Se piensa en las consecuencias de la comida y se ve uno envuelto en una serie de dolorosos pensamientos negativos acerca de sí mismo: la forma de comer, el cuerpo y el estado irreversiblemente deteriorado del carácter.