Las dos imágenes de la perdida de peso

En la primera imagen, me encuentro sentado frente a una enorme mesa repleta de comida. Mi expresión es una mezcla de satisfacción y deseo, sin asombro. Hay montones de semillas y frutos secos, bandejas de pescado, una langosta con mantequilla, pescado bien condimentado, pavo, pato, también un jugoso filete y además una tortilla que baria las delicias de cualquier desayuno. Desde luego, no falta variedad, si seguimos las instrucciones del incinerador de grasa . Hortalizas en abundancia, ensaladas frescas aliñadas con aceite de oliva y, en­ tre todas esas fuentes, emergiendo del follaje, arándanos, fresas y frambuesas coronadas con nata montada. También hay un surtido de quesos. Y, puesto que esta imagen refleja el tipo de alimentos que usted comerá después de que haya perdido unos cuantos kilos y se encuentre en la fase de mantenimiento Atkins, también hay en la mesa una copa de vino, patatas fritas, un plato de melón, rodajas de melocotón y ciruelas. Además, los avances en la obtención de sustitutivos de los hidratos de carbono hacen posible que coloquemos en ella una cantidad controlada de pan bajo en hidratos de carbono, pastel de queso, helado y galletas.

Se me hace la boca agua y observo la mesa con ojos de hambriento. A mi modo de ver, el banquete que acabo de imaginar es fastuoso. Si usted cree que perder peso requiere privaciones, insistiré en demostrarle lo contrario. Para mí, la alimentación sana es equivalente a placer gastronómico y para usted también lo será pronto.

En la segunda imagen aparece usted. Deseo que se parezca a su «yo» futuro.

Tal como le veo en la imagen, usted tiene el peso que siempre deseó tener o se encuentra próximo a lograrlo. Se siente fenomenal y está lleno de energía. Su piel se muestra tersa y saludable, y, si ha estado usted haciendo ejercicio, eso se nota en sus músculos. En esta imagen, usted ya no está preocupado por perder peso. Ya no necesita perder el tiempo en planificar las etapas de una nueva dieta ni preocuparse por su comida o sentirse culpable si rompe la promesa que se ha hecho a sí mismo. Después de todo, ha encontrado usted unos hábitos alimenticios que le acompañarán durante toda su saludable y vigorosa vida y que se han vuelto tan naturales que ya no necesitará pensar en ello nunca más si usamos el incinerador de grasa. Podría equipararse a una segunda naturaleza.

Es una situación de claro beneficio, pues le ofrece el placer de la comida y la promesa de mantenerse más sano que antes. La única razón para rechazarla sería el escepticismo. «¿Cómo puede algo ser tan perfecto?», podría usted preguntarse. Si es así, aquí tiene mi respuesta: lea este libro. Lo que voy a enseñarle en La nueva revolución dietética es cómo comer lo que se encuentra en la primera imagen y ser como en la segunda.

Alimentos deliciosos y salud para toda la vida. No es un mal negocio.